UNA SITUACIÓN QUE ESCAPA A TODO CONTROL
Hoy no escuchamos la voz de una persona de la Diócesis. Hoy, por el tenor del texto, te invitamos a que tú pongas la voz y el silencio de oración en recuerdo y homenaje a todas aquellas personas que han partido por el Covid. Seguramente vengan a tu memoria y corazón varios nombres. Con confianza en Jesús compasivo, rezamos por ellos juntos:
Desde 2020 y en lo que va de este año, la pandemia se ha convertido en una gran amenaza para la vida de la humanidad. Millones de personas han muerto y decenas de millones han cursado o están cursando la enfermedad. Nuestro país ha vivido distintos momentos de empuje que han generado mucha inquietud. Las cifras pueden impresionar o confundir; pero cuando aparecen detrás de ellas rostros familiares, cercanos, que se quiere continuar viendo en el propio entorno; cuando se percibe la fragilidad de los demás y la propia, se reafirma el valor de cada vida, de cada persona. La necesidad de cuidarnos unos a otros se acrecienta.
El avance de la vacunación abre una esperanza, aunque tomará tiempo llegar en todos los países a una inmunidad de grupo que permita retomar la vida normal. Aún quienes han sido vacunados deben seguir tomando precauciones.
La pandemia ha generado en cada persona temor por sí misma y por sus personas queridas, especialmente en las situaciones de mayor vulnerabilidad. Desconcierto, incertidumbre, precariedad, fragilidad son algunas de las sensaciones que muchos han experimentado.
En nuestro mundo moderno, donde podemos tener distintos "controles" en nuestras manos, nos vemos, de pronto, en una situación que escapa a todo control. Quienes cuentan con respaldo económico y humano, sobrellevan mejor esa sensación. En cambio, quienes se encuentran en la pobreza y la soledad son quienes ven aún más disminuidos sus pequeños recursos.
CONTINÚA MAÑANA