SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
María, discípula perfecta, ejemplo de disponibilidad, de servicio, de amor, de trabajo silencioso, de meditación y oración nos enseña a seguir a Jesús. Elegida como Madre del Salvador, nos guía en este Adviento camino hacia la Navidad.
El 8 de diciembre de 1854 el Sumo Pontífice Pío Nono proclamó el dogma y fiesta de la Inmaculada Concepción. Dijo: «Declaramos que la doctrina que dice que María fue concebida sin pecado original es doctrina revelada por Dios y que a todos obliga a creerla como dogma de fe». Esto, tras dedicado estudio teológico de la materia y después de recibir numerosas peticiones de todos los obispos y fieles de todo el mundo para que así lo estableciese.
«María añade: 'que se cumpla en mí conforme a tu palabra'. No dice 'conforme a mi', dice 'conforme a Ti'. No pone límites a Dios. No piensa: 'me dedico un poco a Él, me doy prisa y luego hago lo que quiero'. No, María no ama al Señor cuando tiene ganas, de modo intermitente. Vive confiándose en Dios en todo y para todo. Ese es el secreto de la vida. Todo lo puede quien se confía en Dios».
Papa Francisco, Angelus del 8 de diciembre de 2018.