SAN ANTONIO MARÍA GIANELLI
FUNDADOR DE LA CONGREGACIÓN DE LAS HIJAS DE MARÍA SANTÍSIMA DEL HUERTO
Toda la obra de Gianelli conduce a una única meta: hacerse santo, y comenzando por uno mismo, santificar a los demás, ayudarlos a alcanzar cada vez más a Dios. La santidad era la aspiración más alta de su vida, también debía serlo para sus fieles. El premio de una vida de fe, la espera de Dios, es Dios mismo, el final de la vida. La respuesta a la cruz, el motivo de cada sacrificio, de cada obra de caridad es liberarse de uno mismo para caminar más rápidamente hacia Dios, para alcanzar la plenitud, la perfección: Dios.
La santidad para Gianelli pasa por lo ordinario, lo cotidiano, las pequeñas cosas de todos los días hechas bien, hechas para agradar a Dios y no para complacer a los hombres. Para Gianelli la santidad es vivir en la caridad de Dios, vivir para Él, preocuparse solo por su gloria y por Él, servir a todos los hermanos comenzando por los más pobres, espiritual y materialmente; Dios es la meta de la santidad.