MEMORIA DE SAN FRANCISCO DE BORJA

03.10.2023

Francisco de Borja nació en Gandía (Valencia), en 1510. Gran privado del emperador Carlos V y caballerizo de la emperatriz Isabel, vivió ejemplarmente en palacio. La vista del cadáver de la emperatriz lo impulsó a despreciar las vanidades de la corte. Fue virrey de Cataluña y duque de Gandía. Después de la muerte de su esposa, en 1546, que acabó de desligarlo del mundo, entró en la Compañía de Jesús, de la que llegó a ser superior general. Se distinguió, sobre todo, por su profunda humildad. Dio gran impulso a las misiones. Murió en Roma el 1 de octubre de 1572. Fue canonizado en 1671. 


Desde que mi voluntad
está a la vuestra rendida,
conozco yo la medida
de la mejor libertad.

Venid, Señor, y tomad
las riendas de mi albedrío;
de vuestra mano me fío
y a vuestra mano me entrego,
que es poco lo que me niego
si yo soy vuestro y vos mío.

A fuerza de amor humano
me abraso en amor divino.
La santidad es camino
que va de mí hacia mi hermano.

Me di sin tender la mano
para cobrar el favor;
me di en salud y en dolor
a todos, y de tal suerte
que me ha encontrado la muerte
sin nada más que el amor. Amén. 


Sólo son grandes ante Dios los que se tienen por pequeños

San Francisco de Borja

Carta 7, al beato Pedro Fabro, año 1545 (Monumenta historica Societatis Iesu, Madrid, 1908, III, pp 9-10)

La duquesa está mejor, Dios loado, y se encomienda en las oraciones de vuestra reverencia. 

Suplique, padre, al Señor que no reciba yo su gracia en vano. Porque hallo que, según dice el salmista, mi alma ha sido liberada de todos sus peligros. Y, especialmente de pocos días acá, yo estaba tan frío y tan desconfiado de hacer fruto, que no le hallaba casi por ninguna parte; lo cual, a los principios, solía sentir al revés. Bendito sea el Señor por sus maravillas, ya que todos estos nublados se han pasado.

En lo demás, diga ese «grande» y los otros lo que mandaren; que bien sé que no son grandes, sino los que se conocen por pequeños; ni son ricos los que tienen, sino los que no desean tener; ni son honrados, sino los que trabajan para que Dios sea honrado y glorificado.

Y tras esto, venga la muerte o dure la vida, que de ese tal se puede decir que su corazón está preparado para esperar y confiar en el Señor. Plega a su bondad, que así nos haga conocer nuestra vileza, que merezcamos ver su infinita grandeza; y a vuestra reverencia tenga siempre en su amor y gracia, para que le sirva y alabe hasta la muerte y después le alabe por toda la eternidad.