LA PANDEMIA INCIDE EN LA FAMILIA Y EN LA EDUCACIÓN
Betina Dalto ofrece su voz para compartir el siguiente fragmento del documento de las Orientaciones Pastorales.
Muchas familias debieron reorganizar su vida con una convivencia más prolongada, con espacios de estudio y trabajo desde el hogar. Algunos valoraron el estar juntos más tiempo y compartir las tareas de la casa, a veces con algunas tensiones. Se buscó cuidar especialmente a los mayores con distancia o aislamiento físico, aunque encontrando otras formas de acompañarlos. A otros, la obligada convivencia se les hizo difícil, tensando y desgastando las relaciones. Algunas situaciones de violencia doméstica se agravaron. Las adicciones, la depresión y el suicidio mostraron las dificultades más extremas de muchos para encontrar un sentido a la vida.
En la enseñanza hubo grandes esfuerzos del sistema educativo, también de la educación católica, por mantener las clases en forma virtual. Algunos docentes duplicaron su tiempo de trabajo, dividiendo su clase en grupos más pequeños. Esto tuvo distintos resultados. Muchos alumnos y docentes tuvieron dificultades en desarrollar las clases por un medio que exige una atención mayor que la habitual. A pesar de la generalización del acceso a internet, sigue habiendo familias que no tienen capacidad de conexión suficiente -o, directamente, no tienen conexión- para poder acceder a clases virtuales. Algunas instituciones, solidariamente, permitieron el acceso a su red wifi para que los alumnos pudieran conectarse. Los resultados finales de esta forma de enseñanza dejan mucha incertidumbre.