Cambio de ritmo para quienes han aplanado el Magisterio del Papa en materia social
Dilexit Nos. El arzobispo de Chieti-Vasto, Bruno Forte, y Sor Antonella Fraccaro presentan la cuarta encíclica del Papa en la Sala de Prensa de la Santa Sede: «Un texto bueno para todos, especialmente para nosotros los cristianos. Nos estamos desintegrando y tecnificando, nos ayuda a redescubrir el valor de las relaciones».
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Más que «un cambio de ritmo» para el Papa, el Dilexit Nos «es un cambio de ritmo para quienes han interpretado el magisterio de Francisco como aplanado, aplastado sobre lo social y lo político y no han comprendido la profunda inspiración presente en todos sus textos... Al hablar del Sagrado Corazón, el Papa ha puesto en ello su corazón, todo su ser». Utiliza juegos de palabras y réplicas a las discusiones y críticas intraeclesiales que han acompañado al magisterio de Jorge Mario Bergoglio en los últimos años, monseñor Bruno Forte, al presentar la cuarta encíclica del pontificado publicada hoy, 24 de octubre de 2024.
Un documento del que el arzobispo de Chiesti-Vasto, en la conferencia de presentación en la Sala de Prensa vaticana junto a la hermana Antonella Fraccaro, directora general de las Discípulas del Evangelio, destaca el rasgo experiencial. En efecto, Dilexit nos se inspira en la experiencia personal del Papa, en su espiritualidad, en los escritos inéditos de su «hijo espiritual», el padre Diego Fares, pero también en el magisterio y en las tradiciones del pasado. Sin embargo, no debe interpretarse en clave intimista, la que persistió durante años y que parecía abstraer a los creyentes de un compromiso histórico. Al contrario, dijo monseñor Forte, «uno de los aspectos más convincentes es el hecho de que el Papa Francisco muestra que es precisamente la devoción al Corazón de Jesús la que nos llama a experimentar un amor que se hace historia, carne, postura a favor de los últimos». Es «una fuente de la que brota el compromiso, el compromiso por los más pobres».
Opciones valientes
Forte también cuenta entre ellos a las víctimas de la guerra. De hecho, en el texto magisterial no falta una mirada a la actualidad: «En un tiempo dramático marcado por las tragedias de la Ucrania mártir y de Tierra Santa», Dilexit nos «aparece como una especie de desafío a mirar hacia arriba, lo que significa buscar caminos donde no basta la lógica del más fuerte que vence, sino que es necesario comprender el drama humano que viven tantas personas, para salir a su encuentro con opciones valientes, a veces perdedoras, pero por el bien de todos».
Los dramas de Ucrania y Tierra Santa
El arzobispo recuerda a los «jóvenes rusos y ucranianos que han muerto en este absurdo conflicto», los recientes acontecimientos en el Líbano, la reconstrucción de Gaza con sus más de 46.000 muertos, las «ofensas y heridas» causadas por el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, que parece que «sólo pueden pagarse matando o con violencia». Precisamente desde este escenario parte la invitación de Francisco a «emprender un camino más valiente, dispuesto a aceptar el compromiso de un camino común. De lo contrario, no hay salida». «Seguir así es un absurdo ante el que toda persona que piense racionalmente debería responder: 'No, hay que encontrar otro camino'», concluye monseñor Forte. La encíclica insta, por tanto, a la «audacia» de «decir algo alternativo a la lógica que parece dominar el mundo». Este retorno a la centralidad del corazón «es un mensaje extremadamente actual, no un artificio, un refugio intimista y espiritual ante los dramáticos desafíos del presente, sino la propuesta del Evangelio del camino del amor y del perdón».
Un mundo que parece no tener corazón
«Hay que volver al corazón porque une fragmentos de vida vivida», subrayó Forte en su discurso puntuado por citas de los varios autores recordados por el Papa en el documento: de Newman a Rahner, de Guardini al Padre Pío y a la Madre Teresa, y también al padre Diego Fares, el «pensador» argentino que fue cohermano de Bergoglio («Es hermoso que el Papa se ponga en juego citando la voz de un hermano en la espiritualidad ignaciana»). «Donde no se sabe mirar ni siquiera con el corazón hay algo que falla, hay aridez. Cuando se ve llorar a las madres -como ocurre en Ucrania y en Tierra Santa- o se oye a la gente desear la muerte, es señal de un mundo sin corazón», dice el arzobispo.
El perdón para una paz justa
E insiste en el perdón: sin él, dice, «nunca podrá alcanzarse una paz verdadera y justa». El perdón «no pasa por encima del mal, sino que es la capacidad de hacer sitio al otro aunque tenga posiciones distintas a las nuestras». «La capacidad de perdonar y amar incluso a quien nos hace daño» es precisamente uno de los frutos que inspira el Corazón de Jesús, una devoción que está desapareciendo y que el Papa ha querido poner ante los ojos de la Iglesia y del mundo. Es indicativo en este sentido -subraya el ponente, interpelado por un periodista- que el Papa haya pasado de redactar una exhortación apostólica a escribir una encíclica: «Dice el valor que Francisco da a este documento que espero sea entendido como la clave del pontificado».
Dilexit nos: la experiencia de un corazón enamorado y la inspiración del hermano Diego Fares
La esperanza de Sor Antonella Fraccaro es que «la encíclica ayude a recuperar el centro de la experiencia cristiana. En una condición de fragmentación en la que somos engullidos -pensemos en el uso de las redes sociales que nos distribuyen en tantos frentes- la experiencia del corazón que unifica es la experiencia de la caridad, de las relaciones entre culturas y condiciones diferentes». Y esto «me parece bien para nosotros, especialmente para nosotros los cristianos» que «nos estamos desintegrando, nos estamos fatigando cada vez más, estamos perdiendo el valor de la persona, nos estamos tecnificando». «Necesitamos recuperar el valor de la relación y la experiencia de caminar juntos» y, también, "detenernos en los pequeños gestos cotidianos". Como el de un niño que ayuda a su madre a hacer panzerotti con un tenedor, imagen evocada por el Papa en la encíclica.
Pequeños gestos cotidianos de bien
«Los pequeños gestos cotidianos de bien -señala la religiosa- dan valor a nuestra vida ordinaria... No necesitamos vivir continuamente de cosas extraordinarias. La vida cotidiana, vivida con fidelidad, da dignidad a nuestra existencia». Precisamente esta «forma» fue la condición de proclamación de Charles de Foucauld, el «hermano universal» del que la monja y su congregación son seguidores. «Carlos hizo de la caridad, del amor, su emblema de vida: quiso imitar a Jesús, vivir como Él, quiso acoger en su corazón fraterno a toda la humanidad doliente». A la que se dirige hoy el Papa a través de su cuarta encíclica.